domingo, 23 de agosto de 2009

Desgracias del Paralelo.segunda parte

Hoy se encuentran los hermanos Torrefeta sentados en petit comité, la empresa ha bajado sus beneficios y la competencia es feroz.
Papá Torrefeta fue siempre un obrero, un albañil que administró una renta pequeña; pasaba muchas tardes de domingo con sus gallinas y cuatro terneras que criaba mamá Torrefeta entre semana. Con eso, sus trabajos, y cosechar unos pocos frutales en verano iban pasando el año.
Fue el mayor de los hermanos el que convenció a los otros dos para abandonar la cuenta ajena y montar la empresa.
Los años siguientes, el trabajo era tan abundante, que podían hasta incluso subcontratar sus subcontratas. En cuanto pudieron trabajar erguidos, no volvieron a doblar el lomo, así lo han hecho en los últimos tiempos.
Cada uno con su cargo, y en su cargo en la empresa, se asignaron unos jornales escandalosos, de los que ni siquiera sus esposas conocían el montante.
Jubilado papá, ya que nadie se acercaba vendió las terneras y las gallinas, dividió el dinero y las tres familias empezaron a comprar huevos.
Papá y mamá Torrefeta pasan todavía muchos ratos en la parcela criando cuatro lechugas y cuatro tomates. Vida de campo.
Al llegar al bar han encontrado a los hijos braceando: -"Tu nos metiste en esto"-acusa el pequeño al mayor. -"Pero tu ya sabías lo que había, macho"-le contesta éste-"no me jodas...".
"¿Que pasa?" -pregunta papá Torrefeta-. "Éste" -dice el hermano mayor- "que quiere más dinero, y ya le digo que no hay". -"¿Y cómo voy a pagar el coche?"-réplica el menor-"además, acabo de casarme..., y eso siempre trae gasto".
-"¡Toma y yo!" -salta el mediano- "yo también me he casado".
-"Pero yo tengo un chiquillo. Además" -apostilla el pequeño- "un encargado en la empresa Tal y tal cobra algo más que yo".
El padre no quería meterse pero dice: -"Como no os pongais el traje de faena, mal lo llevais, ¿no veis como está todo?".
-"Ya se lo estoy diciendo a éste, pero no le entra..." -remata el mayor.

Cada uno de ellos por lo suyo, tienen los tres el brazo más largo que la manga, aunque es el pequeño quien lo ha estirado más.
Los días de celebración hasta ahora, se juntaban las tres familias en éste mismo céntrico local, ellos bebían whiskys caros y ellas cubalibre. Los nenes su aperitivo y refresco jugando entre los destellos cromados de los Mercedes de sus papis.
Han pasado los últimos tiempos de fasto en fasto: comuniones, cenas de empresa, cenas caras sin más, vacaciones caras sin menos, fiestas de fin de año...que se acaban pagando cuando se encarga la del próximo...etc, etc.

El mayor de los hermanos está algo preocupado, su idea reciente de construirse un chalet de estilo alpino en un lugar donde sólo nieva cada 20 años, no preveía éste descenso de ingresos...pero bueno, en todo caso él es el que busca los trabajos y ha de cobrar algo más.
El mediano ha tenido clara la cuestión enseguida: ha de escoger entre frenar el vicio que los otros hermanos le tapan, o renunciar al apartamento en la playa. Con lo que le costó se hubiese dado unas vacaciones a cuerpo de rey en un hotel de lujo durante 25 años, pero él hace otros números.
Al pequeño esto le ha cogido en mal momento, aunque los suyos todos lo son en cuanto nota que su cartera pierde fuelle. Todavía paga del Mercedes unas letras grandes como losas, que son lápidas para una buena parte de su jornal. Al resto le dan sepultura una galaxia de "letritas", pues le parece bajeza pagar al contado, y sin plazos no sabría vivir. Como todo lo fía largo, cuando termina de pagar algo ya se lo ha cambiado o simplemente se le ha roto.
Es el consumidor tipo que acumula tarjetas de cliente de varios centros comerciales, donde se siente muy a su modo cuando llega del bar enfundado en un chandal y zapatillas "de marca", muestra la tarjeta y le ponen un empleado a su disposición. Aunque a él no se lo parezca, ya le estaban esperando.
Como actúa por cierto mimetismo, sus compras siempre las realiza no importa el producto, en "tiendas exclusivas". Él va mirando, guiado en gran parte por su mujer, pues no hay tal para ésta tarea como una manirrota, los comercios que le parecen de más nivel, lo demás no le importa.
Construcciones Torrefeta tuvo hace ahora cuatro años tanta faena en las islas y tan bien pagada, que se llevó cada hermano a su familia en un veraneo que se alargó nueve meses de paso; a pesar de que llegaron a ganar cuatro veces lo que ganaban en el pais, volvieron con el mismo dinero, que es como decir con ninguno.

Papá Torrefeta no pierde ocasión para sentenciarlos: -"¿Que os dije yo?, ¿que os trajisteis de las islas?".
Ahora los tres están mudos. Papá Torrefeta se levanta, mientras recoje del suelo un cubo de hortalizas, antes de marcharse le dice al pequeño: -"¿Quieres unas acelgas?".

Fin de la segunda parte.

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